viernes, 6 de mayo de 2011

EN LA NOMINA DE BILDU

Perplejo. Así me siento hoy. Perplejo.
Pensé que vivía en un país democrático. Ya tenía mis sospechas al respecto, pero aún así.
He venido votando bajo el convencimiento de que servía para algo. Me sentía útil para los demás al explicitar mi idea y apoyarla con toda tranquilidad y normalidad.
Esta vez se me han pasado. Pasado por mucho, porque la situación ya es reiterada. Ya ha ocurrido otra vez.
Esta vez la diferencia la marco yo. Yo como ciudadano. Semejante sentencia no solamente no la respeto, sino que tampoco la acato.  Me obligarán con alguaciles, pero seguiré sin acatar. Yo respeto a jueces, no a quienes pertenecen simplemente a la judicatura. Por supuesto que no soy juez, y por lo tanto un ignorante en semejantes temas. Pero pago para tener jueces, voto para tener un sistema político que respete los diferentes poderes democráticos que por naturaleza han de ser independientes. No persigo la idea de que si el fallo no favorece mi tesis no es válido. Decirme eso sería una simpleza, por otra parte muy propia de los majaderos que dicen gobernar y que nos creen a los demás un rebaño de idiotas. Digo que hay cosas que no son de una idea política concreta, sino de sentido común. Los jueces del TC se deben a quienes les han garantizado el pesebre, y para esa cadena de mando los demás súbditos de la aldea no cuentan.
Se aplaude la muerte de Bin Laden, y se coloca a nuestros terroristas. Se usan las fuerzas de Seguridad como el coche oficial, para ir a recoger a los niños, pero no se les respeta su trabajo. Se intervienen y expropian empresas privadas en función de la alarma social que provoca su  situación, pero se deja circular a terroristas, siempre que tengan objetivos fuera de mi barrio. Se persigue al pequeño empresario porque tiene música en su local, fuma en su local; se le embarga porque no pudo pagar este mes la cuota de autónomos, pero se entrega a fondo perdido lo que haga falta a la banca, y se dan subvenciones al primer listo que haga un estudio para cultivar tomates en el Polo Norte. No es demagogia. Es lo que ha ocurrido y sigue ocurriendo. Y así hasta el infinito. Chapuzas por todos lados.
No me digan que soy de extrema, o lo de facha, etc. etc. … entre otras razones, porque no me importa  y porque los que pueden decírmelo no tienen ni idea de lo que significa una extrema y son ignorantes de lo que es un facha, fascio, fascista o cosa parecida.
¿Pero cómo me puede representar un ministro como Pepiño?, ¿Pajin?. Por favor; tengo mucho respeto a los chicos que están para hacer fotocopias y llevar bocadillos y café. Se lo curran.
Volviendo al TC y sus “bildadas”. Además de la alarma social que causan, seguramente tendrán razones legalistas, que no legales, pero, ¿donde queda la interpretación de lo que es justo, moral, ético?.
Hay que hacer algo. Ya no vale  el meter la papeleta únicamente. Con un simple acuerdo que proteja sus alforjas, nos tomarán el pelo y se sentará en el sillón el que fue menos votado.
Hace poco oí, (que no escuhé, porque escuchar pa ná, pa qué) al aprendiz de Maquiavelo, decir en el Congreso que es bueno viajar al extranjero para aprender. ¡Tiene razón¡.

jueves, 5 de mayo de 2011

COSA MALA

        Me siento un poco aturdido, y es que hay noticias que te golpean, y golpean muy duro a poco que las atiendas.
        Muy mala, tremendamente mala, la noticia del número de parados. La estadística, la cifra fría y distante es ya de por sí, a pesar de su misma frialdad, un autentico revulsivo para cualquier estudio serio y responsable sobre la situación actual.
        Qué economía política que se precie va a sentirse no ya viable, sino medianamente justificada ante un agujero como este. Qué economista, técnico o político va a sentirse tranquilo para diseñar y tomar medidas que atajen el problema.
        Pero todo lo anterior se queda sin sentido cuando ponemos nombre y apellidos a cada uno de los guarismos que hacen número hasta llegar a la cifra escandalosa. Entonces nos damos cuenta de que no es un problema, realmente lo que es son miles y miles de tragedias únicas y personales. Familias, proyectos, ilusiones; todo roto de la noche a la mañana por una situación que también personas muy concretas, se empecinan en achacar a un sistema, o simplemente a una crisis, o a algo etéreo escrito en las nubes y que nos llueve como un destino inexorable y vengativo.
        No lo entiendo. No lo admito. No puede ser. Y no lo entiendo, ni admito, ni puede ser porque en el mismo instante que esto sucede estoy siguiendo la noticia de subvenciones a despropósitos, gastos desde luego prescindibles, empresarios, ( no digo empresas), que aprovechan el momento para colocarse en mayor situación de privilegio. Basta leer la prensa. Las listas de parados son una noticia más. Nada más. Junto a eventos sociales, o deportivos, o políticos, a los que habría que aplicar un mínimo cálculo económico para ver qué beneficios reportan a esa sociedad que tan estúpidamente les engorda. Qué clase de políticos nos llevan. Son herederos directos de aquellos que dijeron lo de “que inventen ellos”. Necesitamos producir; producir algo, porque la playa y el sol ya no son suficientes. Y para eso hacen falta políticos que sean capaces de ilusionar, pero también de incentivar efectivamente. Que sean capaces de pegarse a la mesa de trabajo y …….trabajar.
        Se habla de políticas de derechas, de izquierdas, integradoras. Por favor. Ya está bien. Hablemos de personas. Personas concretas que han de vivir día a día, y necesitan vivienda, colegios, sanidad. Todo concreto. Y eso no es de izquierda o derecha. Eso es dignidad. Y se pueden hacer muchas cosas concretas. Ya estoy escuchando las voces de siempre que tildan todo esto de populismo. Pero siempre lo dicen quienes están instalados en una ofensiva seguridad.
        Ahora se acerca el momento en que podemos decir algo. Mi voto ha de servir para algo. He de leer programas, atender a trayectorias personales pasadas, procurar estar informado, ser libre a la hora de decidir, para luego exigir y no lamentar. Y exigir lo que me corresponde en derecho.
        ¿Cuándo vamos a ejercer de ciudadanos?