sábado, 6 de agosto de 2011

OTRA VEZ LA REAIDAD

               Podría decir que tengo el ánimo un tanto sobrecogido, o que me siento preocupado por el rumbo de los acontecimientos, o comprometido en aportar lo que pudiera para ayudar a solucionar las cosas. Sin embargo mira tu por donde, no estoy por ninguna de estas labores.
                Lo que me siento es asqueado, aburrido, decepcionado, y económicamente arruinado.
                Donde miro no veo más que ineptos, irresponsables, también cara duras, sinvergüenzas, listillos, aprovechados, tontos útiles y toda una fauna de lo más variopinto.
                Rodríguez Zapatero, como cabeza del desaguisado, me parece por lo poco un  sinvergüenza. Esto es, alguien que no tiene vergüenza, si bien lo malo es que no parece haber quien se la ponga. Está clara su ineptitud, (eso lo fue desde el primer instante de su concepción como jefe de gobierno), pero el que me dijesen, en un m omento dado, que “sabía lo que se hacía” y algo así como que  era un hombre íntegro, únicamente me aclara la situación de agudeza mental que padecemos a otros niveles institucionales.
                Ni España ni los españoles nos merecemos esto. Pero así se viene deteriorando la cosa desde hace treinta años. No es normal. Debe responder a algún plan maquiavélico diseñado en alguna parte.
                Por encima de pruebas físicas, jurídicas, personales, intangibles, sospechas, atisbos y demás, en toda situación, así como en todo comportamiento, observo que nadie hace la pregunta del detective: ¿Quién sale beneficiado?.  Que pueden ser personas, instituciones, organizaciones o países. Bueno pues nada. Se asume todo como una fatalidad para el españolito de a pie, el currante de siempre y el pagano de turno.
                Lo del Psoe ya lo veo normal. Estos chicos siempre terminan parecido. Defenestran a propios y extraños, arruinan, esquilman, y se salvan los del grupito del momento. Las bases del partido sencillamente conforman “el colectivo”, y se cultiva como una plantación. Todos iguales. Al que destaque se le arrincona, ( o extirpa), para que no estropee la uniformidad del conjunto, o , peor aún, hay que evitar que enseñe a leer a los demás. Me podrán contar aleluyas, si bien lo más propio será ponerme verde, pero la cosa es así desde Pablo Iglesias a la fecha, y no se ponen ejemplos porque todos conocemos varios en nuestro barrio.
                Hablemos del  PP. Todos formales y gente preparada en su mayoría. Tienen las bases sociales más saneadas y mejor dispuestas, por lo que se estima que no hace falta mimarlas y por consiguiente se las ningunea. Aciertan los cabezas de turno, porque esas bases, concienciadas personal  e individualmente, resultan autodisciplinadas y sacrificadas por el ideal del “bien común”, y sacan adelante aquellas listas que se les presentan, para  encontrarse al poco que han encumbrado a unas gentes, sí, preparadas técnicamente, regidas por unos valores excelentes, acostumbradas muchas a ejercer responsabilidades, pero que a la postre no resuelven con energía y contundencia las situaciones para las que fueron elegidos. Casi siempre, por no decir siempre, queda resuelto y encauzado el tema económico, ¡que no es poco¡ , pero en los demás ámbitos se quedan escondidos detrás de una prudencia que no quiero calificar, con lo que en poco tiempo volvemos a encontrarnos con la situación anterior corregida y aumentada. Tampoco aquí hacen falta ejemplos.
                Creo que a estas alturas de lo escrito ya tengo justificado mi primer aserto de encontrarme asqueado, aburrido y decepcionado.
                Lo de arruinado es la consecuencia lógica del estado general provocado por el sinvergüenza de marras. Lo que no rebaja esta categoría a todos los demás de su entorno, incapaces de levantar no ya la voz, ni siquiera el meñique. Ahora se ha visto ya descaradamente con el  asunto   primarias y Chacón. Aquella chica que salió en rueda de prensa televisiva diciendo que había querido luchar por conseguir la superación de las carencias que,  a su juicio, tenía el partido, pero que a la vista de lo que se le venía encima, (Rubalcaba, el de Solares), decide apartarse. Menos mal, porque hubiese perdido “de calle”. Eso sí, entiendo que las carencias a las que hizo mención continúan donde siempre.
                He leído un comentario, a propósito de recriminar una subida de sueldo “institucional” en una comunidad,  donde se dice que los políticos desplazados ya han sufrido bastante castigo con serlo y que por lo tanto tienen todo el derecho de hablar haciendo oposición e impartiendo moralina.
                Creo que en absoluto los políticos tienen castigo suficiente con perder sus poltronas. Si a causa de sus actuaciones, por activa o por pasiva, se han derivado perjuicios, tanto económicos como de otra índole, han de pagar específicamente por ello. No se de qué forma. Pero estoy pensando incluso con cárcel. Desde luego restituyendo. Cuando tuviésemos unas leyes propias  para estas circunstancias, estoy convencido de que determinado personal se tentaría la ropa un poco más.
                Bien, dejémoslo por ahora aquí.  Ya comentaré sobre las vacaciones veraniegas que algunos se toman, y ahora no pienso en J