Me siento un poco aturdido, y es que hay noticias que te golpean, y golpean muy duro a poco que las atiendas.
Muy mala, tremendamente mala, la noticia del número de parados. La estadística, la cifra fría y distante es ya de por sí, a pesar de su misma frialdad, un autentico revulsivo para cualquier estudio serio y responsable sobre la situación actual.
Qué economía política que se precie va a sentirse no ya viable, sino medianamente justificada ante un agujero como este. Qué economista, técnico o político va a sentirse tranquilo para diseñar y tomar medidas que atajen el problema.
Pero todo lo anterior se queda sin sentido cuando ponemos nombre y apellidos a cada uno de los guarismos que hacen número hasta llegar a la cifra escandalosa. Entonces nos damos cuenta de que no es un problema, realmente lo que es son miles y miles de tragedias únicas y personales. Familias, proyectos, ilusiones; todo roto de la noche a la mañana por una situación que también personas muy concretas, se empecinan en achacar a un sistema, o simplemente a una crisis, o a algo etéreo escrito en las nubes y que nos llueve como un destino inexorable y vengativo.
No lo entiendo. No lo admito. No puede ser. Y no lo entiendo, ni admito, ni puede ser porque en el mismo instante que esto sucede estoy siguiendo la noticia de subvenciones a despropósitos, gastos desde luego prescindibles, empresarios, ( no digo empresas), que aprovechan el momento para colocarse en mayor situación de privilegio. Basta leer la prensa. Las listas de parados son una noticia más. Nada más. Junto a eventos sociales, o deportivos, o políticos, a los que habría que aplicar un mínimo cálculo económico para ver qué beneficios reportan a esa sociedad que tan estúpidamente les engorda. Qué clase de políticos nos llevan. Son herederos directos de aquellos que dijeron lo de “que inventen ellos”. Necesitamos producir; producir algo, porque la playa y el sol ya no son suficientes. Y para eso hacen falta políticos que sean capaces de ilusionar, pero también de incentivar efectivamente. Que sean capaces de pegarse a la mesa de trabajo y …….trabajar.
Se habla de políticas de derechas, de izquierdas, integradoras. Por favor. Ya está bien. Hablemos de personas. Personas concretas que han de vivir día a día, y necesitan vivienda, colegios, sanidad. Todo concreto. Y eso no es de izquierda o derecha. Eso es dignidad. Y se pueden hacer muchas cosas concretas. Ya estoy escuchando las voces de siempre que tildan todo esto de populismo. Pero siempre lo dicen quienes están instalados en una ofensiva seguridad.
Ahora se acerca el momento en que podemos decir algo. Mi voto ha de servir para algo. He de leer programas, atender a trayectorias personales pasadas, procurar estar informado, ser libre a la hora de decidir, para luego exigir y no lamentar. Y exigir lo que me corresponde en derecho.
¿Cuándo vamos a ejercer de ciudadanos?
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