jueves, 28 de abril de 2011

NOTICIAS

        Hoy me desayuno con dos noticias.
        La primera lo cierto es que me interesa bastante poco. Es una boda real, con toda la pandereta que eso conlleva. No estoy muy seguro si se trata de una boda de Estado o de una boda familiar con muchos amigos . Veo que hay revuelo de invitados, ensayos, protocolos y demás. Pero en definitiva sigo sin entender si son dos novios que se casan, y punto, o además, es una boda de Estado con repercusión para los ciudadanos, porque súbditos, lo que se dice súbditos, ya no quedan. Súbditos y coronas se vienen machacando graciosamente desde hace poco más de 200 años, y francamente, creo que unos no existen y otros van quedando escarmentados.
        Sin embargo no entiendo del todo la situación. El novio, Guillermo, se casa parece ser que con quien le ha dado la principesca gana. Bien. Pero su situación no es la de hacer lo que le venga por gusto. Estas personas, la realeza, se constituyen en ejemplo y espejo en el que se miran sus ciudadanos, por lo que están obligados a un comportamiento que ha de ser ejemplar. Comenzando por su propio matrimonio. ¿Deben divorciarse a las primeras de cambio, o no?. Las crisis que suelen presentarse a los cinco o siete años. ¿Qué hacer? ¿Ejemplo para el resto de mortales, o mortales como todos?. Si son como todos, y no se les va a pedir más, ¿Por qué les tengo que sostener,  subvencionar, pagar, etc?.
        En este caso concreto, si es una boda de Estado, ¿por qué no se invita a Blair o Brown?. ¿No han servido lealmente a Su Majestad?, ¿la reina Isabel tiene recelo de la sombra de Cromwell?, ¿o del laborismo en general?.
        Nuestro Rey parece ser que no asiste. Ya se que que reina, pero no gobierna. Sin embargo es Jefe de Estado. Incluso se que en ocasiones ha de firmar leyes que pueden no ser de su agrado, y en contra de millones de españoles, porque se lo presenta nuestro Parlamento, aunque sean leyes aprobadas mediante acuerdos parlamentarios que por si solos no representan a la mayoría de lo votado en su momento por los españoles. Pero bueno, el caso es que no asiste. Y el evento parece importante. ¿Está enfermo?, ¿Ha comenzado la sucesión?. De cualquier forma esto sí me preocupa.
        La otra noticia es la del próximo domingo en Roma.
        Esta sí me parece importante.
        No estoy poniendo en paralelo con la anterior. En absoluto. Los personajes son radicalmente distintos al igual que su trascendencia. Juan Pablo II es ya una figura histórica con su propio peso específico, con una labor y una trayectoria reconocidas  incluso al margen de lo que representa y que le constituyen ya como un referente y un patrimonio de todos.
        Sin embargo yo no quiero referirme a ese reconocimiento  público y solemne que se le hace. El hecho de su proclamación como beato, camino de santo, no es para su gloria particular. Ni es así, ni él lo hubiese soportado. En realidad lo que se nos hace es una propuesta de ejemplaridad  para todos, no solamente para los que se manifiestan católicos. A lo que yo me refiero es al toque personal que tiene Juan Pablo. No duda en viajar de extremo a extremo, pero fuera de la espectacularidad del hecho, el caso es que me siento personalmente interpelado; su “no tengáis miedo” está diciéndome directamente que he de romper con esas situaciones de acomodo, de aburguesamiento; de conformidad con lo establecido, lo políticamente correcto, el relativismo estúpido.
        Surge alguna voz que intenta poner sombras en su figura. ¡No podían faltar¡ La mirada pegada al suelo no deja ver volar el águila. Cuando se toman decisiones valientes, a nivel internacional, que afectan a las relaciones entre estados, o a nivel eclesial, donde pueden tocarse privilegios que se habían tomado como derechos personales; siempre puede darse la falta de generosidad para comprender. Vuelvo a lo mismo; me resulta irrelevante. Estoy metido en el pueblo llano, en la fe sencilla que este hombre me ha enseñado a razonar. En la acción pequeña, si se quiere, humilde, pero cotidiana y contínua en mi entorno que este hombre me ha sabido despertar. Si me sirvió para hacerme más solidario, más consecuente, más libre, únicamente puedo decir: gracias, Señor, por haber creado a Karol Wojtyla para mí.

lunes, 25 de abril de 2011

Unos dias de vacaciones

        Apenas hace unas fechas estábamos impacientes ante la posibilidad de pasar unos días de vacaciones, o simplemente haciendo cosas diferentes. Las horas previas parecían eternizarse y aún los dos primeros días nos dio la impresión de haber conseguido como detener el tiempo. Sin embargo, al muy poco, ese mismo tiempo parece vengarse de nuestra osadía, y ahora ya nos sorprende con su correr desbocado.
Tal parece que fue cosa de hace mucho lo de la semana pasada. El caso es que la Semana Santa de 2011 ya es historia. Y seguimos diciendo lo de Semana Santa; y continúan los intentos por hacer variar, en base a proponer diferentes nombres, el sentido de cualquier Semana Santa. Esto me recuerda la Revolución Francesa y sus cambios de calendario. Aquí se trata también de una pequeña revolución, eso sí, soterrada, taimada y con miedo. Diseñada paso a paso, desde la lejanía y proyectada hacia un futuro. Por cierto, siempre este tipo de movimientos más o menos sociológicos, a costa de los mismos. Un pequeño apunte: el  curso escolar se reanuda  a lo largo de esta semana de Pascua, ¿qué hacen con los chicos aquellos padres que trabajan desde el lunes?.
        Lo cierto es que la Semana Santa no deja indiferente a nadie. Cada uno tiene sus razones o sus motivaciones, pero indiferente nadie. Queramos o no siempre se nos cuela un aire trascendente. Esto no está reñido con nada, y es lógico, porque las personas son trascendentes precisamente por ser personas.
        En mi caso no he ido a ninguna parte. Simplemente hemos estado más reunida la familia, y esa circunstancia me ha llevado a pensar en aquellas otras familias que por muy diversas causas no han podido disfrutar de esa convivencia. He recordado muy especialmente a los que han perdido a alquien. Son los que más derecho tienen a buscar alivio para la losa que llevan sobre sí. No se trata de que olviden. Ni por un momento. Eso resulta imposible. Tampoco de que olviden sus sentimientos. No se puede prescindir de ellos. Es una característica humana. Son mis sentimientos, mis vivencias, mis amores y mis desamores. Son míos. Son yo mismo. Nunca me ha gustado esa frase de “pasar página” en el sentido de echarse a la espalda lo que sea y se acabó. Paso página para avanzar, pero los capítulos siguientes no tienen sentido sin los anteriores. Puedo razonar mis sentimientos, pero he de tenerlos y sentirlos como lo que son: mis propias entrañas.
        Por eso procuro comprender a la persona que sufre, que no tiene por qué ser amargada, ni desagradable, ni cosa semejante. Procuras ayudar,  la mayoría de las veces mínimamente, pero siempre apoyando, aún desde el silencio; como una columna de esas que se unen a la ya existente y así, entre las dos, sostener un poco mejor este edificio que es vivir, confiando, aún desde la oscuridad de la propia alma, en el que dijo yo soy el Camino, la Verdad y la Vida.