martes, 12 de abril de 2011

    "Hay amigos que sólo son compañeros de mesa,
     y no serán fieles en el día de la tribulacion"
                       Ecl. 6-10

   Me viene ésto a cuenta de un correo recibido. Un correo que me alegra y entristece a la vez.
   Hice un comentario a un blog. Simplemente quise ayudar. Con todo el respeto que se merece el dolor ajeno, (en este caso un tremendo y bárbaro dolor).  Al día siguiente y al abrir el correo encontré unas líneas que me agradecían el compartir sentimientos, pero al mismo tiempo  lamenta  cómo algunos de sus amigos le han dado la espalda porque no saben qué decir.
    Esta es mi tristeza. ¿Hace falta decir algo cuando habla el corazón? ¿Acaso existe un manual de instrucciones cuando se trata de acoger, de amar?. Los sicólogos, tienen técnicas. El sentimiento, la amistad, el cariño, tiene miradas.
    ¿Que clase de sociedad es ésta? ¿Qué estamos construyendo?  ¿Qué fuerzas ocultas están experimentando con nosotros, con nuestro presente y con nuestro futuro?. Me niego a llamar a ésto desarrollo, evolución, avance. Hemos perdido el norte, pero quiero ser optimista. Tengo motivos para ser optimista. Se de personas que se preocupan verdaderamente, con sinceridad, de los demás, de su entorno; sin ruido ni alharaca, pero efectivamente. En todos los ambientes. Y podemos hacer más, si somos más haciendo.
      Ya casi caemos en el tópico de acusar a la televisión de provocar esta decadencia de los ambientes. Pero no por tópico deja de ser verdad. "De lo que se come, se cría", dice el refranero, y si me alimento de imágenes, ideas, tendencias, sectarismos, y todas esas demás cosas absurdas que se empeñan en servirnos, las consecuencias inmediatas son situaciones que poco tienen que ver con una convivencia sana y libre. Pero no olvidemos que la corrección del sistema la tenemos en la mano. Todo está orientado al negocio, y si para ello hay que remover lo más bajo, se remueve. Pues bien, dejemos de sintonizar lo que sabemos es nocivo. En cuanto no genere dinero, se acaba por sí sólo. Podemos barrer de nuestra sociedad toda esa basura. Empecemos por determinados programas. Ya los conocemos. ¿Qué aportan?. Pues eso.
        
      Quiero hacer una mención muy especial en este momento al tema educativo.
      Cuando en una familia se da un problema traumático, que puede ser por muy diversas causas: trágicas, económicas, dramáticas, sociales, etc. afecta al núcleo familiar en todos sus aspectos, y uno muy importante, decisivo muchas veces, se da cuando toca a un miembro muy pequeño, a un niño, que en edad muy temprana ha de saltar constantemente del ambiente de casa, al del colegio, o al de los amigos.
      En esta ocasión cobra una importancia muy grande la actitud con que se le acoja en el colegio. La labor de profesores y tutorías resulta esencial. Y aquí viene muchas veces el problema. Simplemente el colegio, a través de sus claustros y de sus profesores no estan a la altura. No se entiende al chico, se subestima la opinión de los padres, se impone el "criterio académico" que de la situación se ha formado la tutoría, y el desencuentro está garantizado. Todo ello no es más que una falta de humanización dentro de la Gran Falta que padecemos.
       Mi hijo pequeño era excesivamente travieso en su época de párvulo.No prestaba atención salvo en lo que él juzgaba de interés. Mi obligación, como padre, parece ser, era enseñarle disciplina; la de los profesores ponerle al final del aula para que molestase lo menos posible. Nadie me dijo que era hiperactivo con síndrome de TDA. Lo tuve que averiguar. Me costó enfrentamientos con sus tutores. Desde luego yo no tenia ni idea de pedagogía. Era un padre conflictivo. Les llevé libros y bibliografía sobre este tema. Jamás me dieron la razón, sin embargo conseguí que elaborasen un curso escolar, con sus exámenes, adecuado al problema. Admitieron que al menos un 7% de las clases podían presentar síntomas de lo mismo, y al cabo de cuatro años han terminado por dar conferencias y celebrar seminarios en el propio colegio acerca de este problema médico y su mejor adaptación, reconociendo que un 10% del alumnado puede sufrirlo. Paralelamente en la ciudad han aparecido varias asociaciones de profesionales que cuidan estas particularidades. Pero a mi hijo le hemos sacado adelante, superando primero la hiperactividad y canalizando su atención, sus padres y sus hermanos. Socialmente no ha habido ningún apoyo. Sí, por el contrario, situaciones duras y de auténtica discriminación.
        Todas estas cosas, y por ello lo traigo a colación, pueden arreglarse si cada uno aportamos un poco, y exigimos otro poco. Una sonrisa cada mañana delante del espejo ya nos predispone de otra manera para soportar un día que seguramente será difícil por muchos motivos. Si probamos a ser sencillamente amables, nos sorprenderá la amabilidad de los demás. Tampoco se trata de caer en el buenismo. Nos vamos a tropezar también con personas que parecen llevar la dentellada a flor de piel, pero no importa, porque lo que ha valido es nuestra intención y la propia consideración.


        
   

1 comentario:

  1. Aquí te dejo un enlace de una entrada que hice hace 6 meses para que veas el comportamiento execrable de la "profesora"que le asignaron a mi hijo en primer curso de educación infantil.

    http://padresdehijosfallecidos.blogspot.com/2010/10/el-alma-de-mi-princesa-lu.html

    Él a pesar de todo, prefiere quedarse con las sonrisas.

    Me gustó conocerte Ramón...
    Gracias por acompañarme este trayecto del camino.

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